El instinto maternal en los animales es una conducta innata que hace que los padres protejan a su crías.
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Este instinto está grabado en la gran mayoría de los cerebros animales pero por más altruista que parezca, realmente es una conducta interesada.
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Tiene que ser algo importante el hecho de sacrificar y dedicar parte de la vida a cuidar de unos cachorros que no para de dar problemas.
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Esto tan importante es, ni más ni menos que asegurarse la conservación y crecimiento de la especie.
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Por este motivo cuando las crías pueden valerse por sí mismas, lo más frecuente es que sean expulsadas o que al menos dejen de recibir un trato de favor, pasando a adquirir la mismas obligaciones que el reto de los componentes del grupo.
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Hay machos que participan en el cuidado de la prole, algunos de forma muy activa pero son las hembras las que intervienen más espontanea y directamente en la crianza, algo que también tiene su explicación científica.
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Y es que los niveles de oxitocina u hormona del amor se incrementa mucho en las hembras durante el momento de la crianza, esto hace que se creen fuertes lazos de unión entre las ellas y sus crías.
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Debe ser esta hormona la que hace que las hembras aguanten las travesuras de los pequeños y que, aún siendo especies pacíficas, reaccionen con agresividad a la hora de defenderlos.
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Por si todo esto fuera poco, la naturaleza da a las crías un aspecto físico encantador, desvalido y muy tierno.
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Está claro que la naturaleza es sabia, muy sabia.
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Salud y hasta pronto.
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