Era temporada de berrea, momento en que el ciervo entra en celo.
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Salí con mi cámara a la captura de algunos ejemplares, ya que en este tiempo los machos pierden parte de su timidez.
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El celo los hace salir de lo más profundo de la dehesa para reunir su aren de hembras.
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No tardé en localizar un grupo formando por varias hembras, muchas acompañadas de sus cervatos y de algún joven bareto.
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Y a un gran macho que bramaba a sus hembras y los machos de los alrededores para demostrar su valía.
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Cuando lo enfoqué con mi cámara, él también me descubrió.
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Pero lejos de huir y perderse entre el monte bajo, levantó la cara y berreó desafiante.
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Una vez que demostró que no me temía, se dio la vuelta y lentamente se alejó.
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Salud y hasta pronto.
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