Las grullas nos visitaron un año más para pasar el invierno en nuestras latitudes pero este año en Febrero comenzaron el regreso a sus lugares de cría.
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En su mayoría proceden de los Países Escandinavos, Polonia y Alemania, lo que supone salvar una distancias de unos 3000 kilómetros.
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El año pasado hubo un nuevo récord al contabilizarse más de 240.000 según el IV Censo Ibérico de Grulla Común Invernante, censo en el que participan miles de voluntarios del grupo Grus-Extremadura en colaboración con SEO-BirdLife.
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Hay un dicho popular que dice: “Para el Pilar llegan y para San José no quedan”.
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Y es que estas bonitas zancudas llegan a tierras españolas aproximadamente a mediados de octubre, iniciando su vuelta a finales de febrero, de forma que para mediados de marzo es difícil ver algún ejemplar.
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Se estima que entre el 50 y el 70% se reparten por la dehesa extremeña atraídas por las abundantes bellotas.
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Extremadura, además de alimento, les ofrece numerosos embalses donde pasan la noche a salvo de posibles depredadores.
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Tambien llegan a las dehesas andaluzas y castellano-manchegas, tras pasar, la mayoría de ellas, por la Laguna de Gallocanta en Zaragoza.
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En Japón hay una antigua leyenda que asegura que quien construya 1.000 grullas de papel le será concedido un deseo.
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Esta leyenda se convirtió en un símbolo de paz cuando Sadako Sasaki, una niña japonesa construyó las mil grullas con el deseo de curarse de la enfermedad producida por la bomba atómica de Hiroshima.
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Salud y hasta pronto.
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