He podido observar, durante diferentes jornadas, a estas anátidas mitad ganso, mitad pato, moverse con total libertad entre las demás especies del lugar, aún en época de celo.
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Y es que los tarros blancos pueden llegar a los 70 cm de largo, 1,30 cm de envergadura y pesar 1,5 kg, esta complexión fuerte les permiten no mostrar temor.
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Haciendo frente incluso a los flamencos.
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Por descontados se atreven con las territoriales cigüeñuelas.
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E igualmente con las avocetas.
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Pero la agresividad, o mejor dicho, la marcada territorialidad de los tarros se manifiesta también entre ejemplares de su especie.
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Aquí los vemos reunidos en un grupo, donde principalmente los macho, no dejan de querer demostrar quien es el más fuerte.
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Arremetiendo no sólo contra otros machos, sino también contra las hembras, con excepción de su pareja.
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No cabe duda que los tarros blancos son una especies muy territorial.
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Termino con estas fotografías.
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Salud y hasta otra ocasión.
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