Al salir al patio la otra mañana, las nubes estaban descansando tras dar a luz innumerables gotas de lluvia.
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Las macetas brillaban al incidir las primeras luces del amanecer sobre ellas.
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Parecían pequeños árboles de Navidad que se habían adelantado a su fecha.
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Antes de que quedaran de nuevo preñadas y volvieran a parir, cogí mi cámara y quise descubrir la pequeña exhibición de luz y color que se había producido.
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Me agaché y miré de cerca, muy de cerca, intentando captar lo que a simple vita somos incapaces de ver.
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Me sorprendí gratamente de lo que había allí, escondido pero a la vista de todos.
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Fue algo efímero, no tan efímero como las puestas de sol y los amaneceres.
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Pero cuando las agujas del reloj anduvieron un par horas, el viento se había encargado de borrar toda huella de aquella pequeña maravilla.
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Salud!!
Puedes dejar tus impresiones en COMENTARIOS, me gustará leerlas.
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